La antigua relación entre humanos y gatos es una historia extraordinaria que se remonta a miles de años. Sin embargo, por más que conozcamos a estas criaturas, aún no hemos llegado a comprender completamente sus orígenes. Mientras que otros animales salvajes fueron domesticados por su leche, carne, lana o trabajo servil, los gatos prácticamente no aportan nada a la alimentación humana ni ayudan en las tareas humanas. ¿Cómo, entonces, llegaron a ser elementos habituales en nuestros hogares? En esta publicación del blog, exploraremos el fascinante viaje de cómo los gatos se domesticaron y el vínculo único que se ha desarrollado entre estos enigmáticos felinos y las poblaciones humanas.
Los comienzos salvajes
Para entender la domesticación de los gatos, primero debemos observar a sus ancestros salvajes. El gato doméstico (Felis catus) comparte un ancestro común con el gato montés africano (Felis silvestris lybica), que vagaba por los desiertos y pastizales del norte de África y el suroeste de Asia. A diferencia de los perros, que fueron domesticados activamente para funciones específicas, la evidencia arqueológica sugiere que los gatos adoptaron un enfoque más autoguiado para la cohabitación con los humanos.
Los estudiosos han creído durante mucho tiempo que los antiguos egipcios fueron los primeros en tener felinos como mascotas, hace unos 3.600 años. Sin embargo, las exploraciones genéticas y arqueológicas de los últimos cinco años han cambiado esta circunstancia y han aportado nuevos conocimientos sobre los orígenes del gato doméstico y cómo evolucionó su relación con los humanos.
Responder a la pregunta sobre los orígenes de la domesticación ha sido un desafío por varias razones. Aunque varios expertos coincidieron en que todos los gatos domésticos descienden del gato montés africano, no pudieron ser específicos. Además, la raza no está limitada a un solo lugar del mundo. Algunos científicos también han propuesto que la domesticación de los gatos ocurrió simultáneamente en varios lugares, y que cada domesticación generó una raza diferente.
Los primeros asentamientos humanos
La primera interacción significativa entre humanos y gatos probablemente ocurrió cuando nuestros antepasados pasaron de comunidades nómadas a comunidades agrícolas sedentarias hace unos 10.000 años. Cuando los humanos comenzaron a almacenar el excedente de grano, sin darse cuenta atrajeron a los roedores, lo que creó un entorno ideal para los gatos salvajes que buscaban una fuente de presa fácil.
Es probable que estos ratones domésticos atrajeran a los gatos, pero los montones de basura de las afueras de la ciudad eran igualmente atractivos, ya que proporcionaban alimento durante todo el año a aquellos felinos lo suficientemente inteligentes como para buscarlos. Sin duda, ambas fuentes de alimento habrían impulsado a los gatos a adaptarse a vivir con los individuos; en el lenguaje de la biología transformativa, la selección natural prefería a aquellos felinos que podían cohabitar con los humanos y, por lo tanto, llegar a la basura y a los ratones.
Relación mutuamente beneficiosa
Los felinos, en general, son candidatos poco probables para la domesticación. Los antepasados de muchos animales domesticados vivían en manadas o manadas con claras jerarquías de prominencia. Los gatos, por otro lado, son buscadores solitarios que se protegen de los demás. Además, mientras que muchos animales domésticos comen plantas que se encuentran fácilmente, los felinos son carnívoros obligados y la carne es un menú mucho más costoso y más raro. Los gatos tampoco se adaptan muy bien a las reglas. Estas características nos indican que, mientras que otros animales domésticos fueron reclutados de la naturaleza por los humanos para proporcionar o realizar tareas específicas, los gatos probablemente fueron elegidos para vivir entre los humanos debido a cosas que los gatos descubrieron por sí mismos.
Los gatos encontraron una asociación ventajosa con los humanos en su búsqueda de alimento. La presencia de gatos ayudó a controlar la creciente población de roedores, protegiendo los valiosos suministros de alimentos de las primeras comunidades agrícolas. A su vez, los humanos se beneficiaron de este control natural de plagas sin intervenir activamente en las vidas de estas criaturas independientes y escurridizas.
¿Cómo se domesticaron los gatos?
El proceso de domesticación de los gatos está marcado por una serie de interacciones sutiles entre los humanos y sus ancestros salvajes. A diferencia de los perros, que fueron seleccionados y criados activamente para obtener rasgos específicos, los gatos adoptaron un enfoque más autoguiado para la cohabitación. El cambio de estilos de vida nómadas a comunidades agrícolas sedentarias hace unos 10.000 años jugó un papel crucial. Los humanos proporcionaron inadvertidamente un entorno ideal para los gatos salvajes, creando una relación mutuamente beneficiosa centrada en el control de plagas.
A diferencia de muchos animales domésticos, los gatos han desempeñado un papel activo en su domesticación. La selección natural favoreció rasgos que hicieron que los gatos fueran más tolerantes a la proximidad humana, menos agresivos y propensos a permanecer cerca de los asentamientos humanos. Con el paso de las generaciones, estos rasgos se hicieron más frecuentes, lo que condujo a un proceso de domesticación gradual. La naturaleza esquiva e independiente de los gatos influyó significativamente en esta domesticación autoguiada.
La selección natural en acción
A lo largo de las generaciones, se produjo una selección natural que favoreció a los gatos que exhibían rasgos propicios para la cohabitación con los humanos. Los gatos con una mayor tolerancia a la proximidad humana, menos agresividad y con tendencia a permanecer cerca de los asentamientos humanos tenían más probabilidades de prosperar. Gradualmente, estos rasgos se volvieron más frecuentes en la población felina, lo que marcó las primeras etapas de la domesticación.
Significado simbólico y espiritual
Más allá de su papel práctico como controladores de plagas, los gatos asumieron un significado simbólico y espiritual en varias culturas. En el antiguo Egipto, los gatos eran venerados y asociados con la diosa Bastet, que simbolizaba la protección, la fertilidad y la vida familiar. La alta estima que la sociedad egipcia tenía por los gatos probablemente contribuyó a su mayor presencia en los hogares.
Edad Media: Los gatos como compañeros
Durante la Edad Media en Europa, los gatos desempeñaron un papel en el control de la población de roedores en tierra y en el mar. A medida que se expandían las rutas comerciales, los gatos se convirtieron en compañeros de a bordo, ayudando a mantener las bodegas de los barcos libres de ratas. La conexión entre los gatos y las actividades marítimas extendió su presencia a diferentes regiones.
El paso de la utilidad al compañerismo
El cambio gradual en la percepción humana de los gatos, desde animales de trabajo a preciados compañeros, marcó el comienzo de esfuerzos de crianza intencional para enfatizar rasgos deseables para la compañía.
El propósito original de los gatos se centraba principalmente en el control de plagas. Cuando los humanos comenzaron a almacenar el excedente de grano en las primeras comunidades agrícolas, atrajeron involuntariamente a los roedores. Los gatos monteses, en busca de una fuente de presa fácil, encontraron una asociación ventajosa con los humanos.
La presencia de gatos ayudó a controlar la población de roedores, protegiendo valiosos suministros de alimentos. Más allá de su papel práctico, los gatos también asumieron un significado simbólico y espiritual en varias culturas, como el antiguo Egipto, donde se los asociaba con la diosa Bastet.
Si bien al principio los gatos cumplían funciones prácticas, su función fue cambiando gradualmente de ser un simple control de plagas a una valiosa compañía. El cambio en la percepción humana de los gatos, que pasó de ser animales de trabajo a ser queridas mascotas, allanó el camino para que se hicieran esfuerzos de crianza más intencionales para enfatizar rasgos deseables, como el temperamento y la apariencia.
Conclusión
La domesticación de los gatos es un testimonio de la intrincada danza entre humanos y animales, moldeada por una serie de interacciones sutiles a lo largo de milenios. Los gatos han formado parte de la historia y la cultura humanas con su naturaleza enigmática y su espíritu independiente. Desde las civilizaciones antiguas hasta los hogares modernos, la forma en que los gatos se convirtieron en nuestros compañeros es una historia cautivadora de beneficio mutuo, adaptación y el vínculo duradero entre dos especies.