El virus de inmunodeficiencia felina (VIF) es una de las enfermedades infecciosas más comunes y graves en los gatos. En los gatos infectados, el VIF debilita el sistema inmunológico, lo que deja al gato propenso a otras infecciones. Aunque no existe cura para el VIF, las investigaciones actuales sugieren que los gatos con VIF pueden tener una larga esperanza de vida si no tienen también el virus de la leucemia felina (VLF). Aunque los gatos con VIF pueden parecer normales durante varios años, en algún momento se verán afectados por una deficiencia del sistema inmunológico. Esto significa que microorganismos, virus, bacterias y hongos normalmente inofensivos del entorno pueden causar enfermedades graves.
¿Cómo se produce la transmisión del FIV?
El principal vehículo de transmisión del VIF son las mordeduras de un gato infectado. Los encuentros casuales y no agresivos, como compartir cuencos de agua o el aseo diario, no parecen ser la forma de propagación del virus. Por lo tanto, los gatos que viven en lugares con estructuras sociales seguras donde los compañeros de casa no se pelean tienen poco riesgo de infectarse con el VIF.
Es importante saber que el VIF no se transmite entre gatos por contacto sexual. Existen casos esporádicos en los que una gata infectada puede transmitir el virus a su descendencia. Y si la madre se infecta con VIF durante el embarazo, el riesgo de transmisión aumenta.
Debido a que el FIV se transmite a través de heridas de mordedura profundas, los gatos machos no castrados con acceso al exterior tienen el mayor riesgo de infección por FIV. Esto se debe a que es probable que peleen con otros gatos. Actualmente, no hay vacunas disponibles en los EE. UU. y Canadá para proteger contra el FIV, por lo que debe limitar el contacto con gatos que puedan estar infectados manteniendo a sus gatos dentro de la casa y controlando a los gatos dentro de ella.
Las tres fases de la infección por FIV
Hay tres fases de la infección por FIV en gatos: aguda, asintomática (o latente) y progresiva.
La fase aguda suele ocurrir entre 1 y 3 meses después de la infección inicial. Durante este tiempo, el virus se transmite a los ganglios linfáticos, donde se reproduce en los glóbulos blancos llamados linfocitos T. Luego, la infección se propaga a otros ganglios linfáticos del cuerpo, lo que provoca una inflamación de los ganglios linfáticos acompañada frecuentemente de fiebre, letargo y falta de apetito. Esta fase de la infección puede ser extremadamente leve y suele atribuirse a otras causas de la locura.
Tras la fase aguda, el gato infectado entrará en una fase asintomática , que puede durar meses o varios años. Durante este tiempo, la infección se replica gradualmente dentro de las células del sistema inmunitario del cuerpo, mientras que el gato no mostrará ningún signo externo de enfermedad. Algunos gatos permanecerán en esta fase y nunca progresarán a la fase progresiva. Los gatos infectados suelen presentar anomalías en sus análisis de sangre, como niveles bajos de leucocitos o niveles altos de proteínas en sangre.
La mayoría de las enfermedades relacionadas con el FIV no son causadas por el virus, sino por infecciones o problemas con el sistema inmunológico del cuerpo. A medida que la infección se propaga a través del sistema inmunológico del cuerpo, los gatos entran en un estado de inmunodepresión durante el cual pueden ocurrir infecciones secundarias. Esta es la fase progresiva que causa el síndrome de inmunodeficiencia. Los gatos pueden sufrir infecciones recurrentes, como infecciones de la piel, los ojos, las vías urinarias o el sistema respiratorio superior.
La gingivoestomatitis, una inflamación de las encías y otras enfermedades bucales graves, también es frecuente en los gatos infectados con el virus de la inmunodeficiencia felina. La gravedad de estas enfermedades puede variar considerablemente. Las investigaciones también muestran que tienen muchas más probabilidades de desarrollar cáncer que los gatos sanos. Es posible que se produzcan pérdida de peso, convulsiones, cambios de comportamiento y trastornos neurológicos. Aun así, una vez que un gato contrae cáncer u otras infecciones importantes, el tiempo de supervivencia no suele ser superior a unos pocos meses.
Tratamiento y manejo del FIV
Lamentablemente, actualmente no existe una cura definitiva para el VIF. Sin embargo, es fundamental comprender que, si bien es difícil predecir la supervivencia de los gatos con VIF positivo, aún pueden tener una buena calidad de vida y pueden vivir varios años si se los trata adecuadamente.
En el caso de un gato diagnosticado con FIV, los objetivos son reducir la amenaza de infecciones secundarias y prevenir la propagación del virus a otros gatos. La mejor manera de lograr ambos objetivos es mantener a los gatos dentro de casa y separados de otros gatos domésticos. La esterilización y castración reducirán significativamente el riesgo de que otros gatos contraigan el virus. Los gatos con FIV necesitan una dieta bien equilibrada con vitaminas y suplementos. También se debe evitar la alimentación cruda para reducir la amenaza de infecciones microbianas y parasitarias transmitidas por los alimentos. Se deben programar controles regulares al menos cada seis meses.
El cuidado y el seguimiento de los gatos infectados con FIV son mucho más críticos que los de los gatos no infectados.
Lamentablemente, la mayoría de los gatos infectados con FIV no son diagnosticados hasta que han vivido con otros gatos durante años. En tales situaciones, todos los gatos de la casa deben ser evaluados. Lo ideal es que todos los gatos infectados sean separados del gato no infectado. Sin embargo, es esencial señalar que debido a que el FIV se transmite principalmente a través de heridas por mordedura, es menos probable que se produzca la transmisión en hogares con estructuras sociales estables (es decir, familias donde los gatos no se pelean).
Antes de entrar en el hogar, cualquier gato o gatito nuevo debe ser inmunizado contra otros agentes transmisibles. En la mayoría de los entornos, el virus no sobrevive más de un par de horas. No obstante, los gatos infectados con VIF suelen ser portadores de enfermedades contagiosas que pueden suponer un peligro para un recién llegado. Por estos motivos, la prudencia dicta una limpieza y desinfección exhaustivas de los cuencos de comida, la ropa de cama, las cajas de arena y los juguetes para minimizar el modo de transmisión del VIF y otras infecciones. Una lejía diluida (4 onzas de lejía en 1 galón de agua) es un excelente desinfectante. También se recomienda pasar la aspiradora por las alfombras y fregar los suelos con un limpiador adecuado.